Postal #5

Una abuela neerlandesa, un taxi acuático y 24 horas inolvidables en Rotterdam

Querid@ aventurer@,

Imagínate esto: el sur de Rotterdam.

No esa imagen de postal que venden en las tiendas del centro, sino otro Rotterdam. El que vive y respira al otro lado del río Maas, donde los barcos no son decoración, sino parte de la vida diaria. Allí, cada acento cuenta una historia distinta.

Hace poco pasé 24 horas con la neerlandesa más auténtica que conozco. Tiene 80 años, forma parte de mi club de cocina, y trabajó más de tres décadas en esta ciudad. Es de esas personas que llevan los secretos de un lugar grabados en el alma, no en una guía turística. En cada parada, me contaba anécdotas que nos vas a encontrar en Google.

Viajamos en coche, porque según ella, es la mejor forma de “recorrer la ciudad”. Como llegamos antes de lo previsto al hotel, pasamos primero por la estación de taxis acuáticos para reservar uno para la mañana siguiente. Teníamos un rato libre antes de visitar el Museo Fenix, así que fuimos a almorzar al Fenix Food Factory.

Y aquí viene el chisme: mi amiga, con una sonrisa cómplice, me confesó que ese lugar antes solía tener mala fama. Pero la gente - el corazón de Rotterdam - lo transformó. Hoy es un sitio lleno de vida, donde se respira el verdadero espíritu de la ciudad. Así es Rotterdam: siempre encuentra la forma de florece, incluso entre el concreto y el agua salada.

Por la tarde visitamos el Museo Fenix, un museo moderno, con una arquitectura impresionante y exposiciones sobre la migración, un tema muy presente en la historia de Rotterdam. Terminamos el recorrido con un helado en Granucci Gelato, famoso por sus auténticos sabores italianos. Allí charlamos un rato con unas chicas de Surinam que llevaban trajes típicos preciosos. !Lástima que no les tomé una foto!

Esa noche dormimos en el hotel nHow, un alojamiento moderno con una vista espectacular desde el piso 17. Desde ahí, la ciudad se ve distinta: más tranquila, más íntima. Para cerrar el día, cenamos en el hotel New York, un clásico entre los locales. Pedimos una bandeja de mariscos para compartir y salimos felices, con la sensación de haber vivido algo muy de aquí.

A la mañana siguiente, el desayuno del hotel fue toda una sorpresa un buffet internacional con un poco de todo. Desde quesos turcos y salmón hasta las especialidades típicas del desayuno neerlandés.

Después nos subimos al taxi acuático. Fueron solo 15 ****minutos, pero fue una experiencia increíble. Aunque confieso que hubo momentos en los que el movimiento del barco me puso a prueba😅. Aún así, valió totalmente la pena. .

Almorzamos en Courzand, un restaurante con historia, . Antaño, los gobernadores solían celebrar allí su nombramiento. Hoy sigue siendo un lugar muy frecuentado por locales… y su pan con croquetas es simplemente divino.

Para cerrar el viaje, fuimos al Markthal, ese mercado cubierto que parece sacado de un sueño moderno. Nos quedamos maravilladas con la diversidad de sabores del mundo reunidos bajo un mismo techo.

Así fueron nuestras 24 horas en Rotterdam: una mezcla de historia, buena comida, modernidad y conversaciones sinceras. Porque al final, conocer un lugar no es solo ver sus monumentos, sino compartir un rato con su gente.

Con cariño,

Kiria

Desde los Países Bajos 🇳🇱

Kiria Martinez

Estratega digital

Creadora de contenido & educadora

Explorando los Países Bajos

http://www.kiriamartinez.com
Next
Next

Postal #4