Postal #4

la palabra neerlandesa que no existe en español ( y por qué la necesito)

El arte de crear calidez cuando el mundo se enfría

Desde mi ventana veo a mi vecina hacer esa cosa que hace cada octubre: transformar su sala en un refugio de velas y mantas apenas el termómetro baja de 15°C.

"Es temporada gezellig", me dijo el año pasado. Y después de 13 otoños aquí, empiezo a entender que esta palabra no es solo intraducible—es un mecanismo de supervivencia disfrazado de vocabulario.

Foto generada con Firefly Adobe

La palabra que no se traduce

La primera vez que la escuché, me desesperó. "Ven, lo haremos gezellig." "La lluvia hace todo más gezellig."

¿Qué carajos es gezellig?

¿Acogedor? ¿Agradable? ¿Cómodo? Todo lo anterior y nada exactamente. Era como tratar de explicar sobremesa a gente que almuerza en quince minutos de pie.

Lo mejor que puedo decir: gezellig es una brújula emocional que te recuerda que la calidez no siempre viene del clima, sino de las personas y los pequeños rituales que eliges crear.

La temporada de las velas

Esta mañana caminé al Albert Heijn (una cadena de supermercados) y noté algo que pasa cada octubre como un reloj: todo el país colectivamente decide que 12 grados y llovizna equivale a temporada de felicidad máxima.

Las terrazas siguen llenas—gente envuelta en mantas como burritos elegantes, viéndose genuinamente contentos mientras una neblina los empapa lentamente.

Esto NUNCA pasaría en el Caribe. Cuando llueve, entramos. Cuando hace frío (cualquier cosa por debajo de 25°C), nos quejamos fuerte y dramáticamente. No celebramos clima que suena como depresión leve descrita por un meteorólogo en crisis existencial.

Pero viendo a Marieke colgar lucecitas en su sala ayer, me di cuenta de algo: no está fingiendo. Realmente encuentra alegría en hacer que su pequeño mundo sea cálido cuando el mundo grande se vuelve frío.

Y pensé: caramba, lo importante no es esperar que las condiciones externas me hagan feliz, sino aprender a crear felicidad independientemente del clima.

Lo que nadie te dice

Pasas tus primeros otoños aquí en guerra psicológica completa con tu propio cuerpo. Tu energía desaparece a las 4:00 p.m. como si alguien desconectara tu batería interna. Quieres hibernar hasta mayo, pero la sociedad espera que funciones normalmente mientras tu alma grita por vitamina D, el sonido de olas, y arena demasiado caliente para tus pies.

Piensas que algo está fundamentalmente mal contigo. Te preguntas si cometiste un error terrible. Calculas cuánto dinero necesitarías para volver a casa.

Pero gezellig me enseñó algo que ningún curso de integración menciona: la felicidad no siempre se trata de abundancia y brillo. A veces se trata de encontrar belleza en espacios pequeños.

Como la manera en que mi sala se transforma cuando enciendo velas en lugar de usar esa luz dura del techo. Cómo mi cocina se convierte en otro planeta cuando hago pastel de manzana mientras la lluvia golpea las ventanas. La satisfacción específica de encontrar el podcast perfecto para una caminata gris, cuando las campanillas de bicicletas suenan como música distante.

Estos no son premios de consolación. Son habilidades de supervivencia que nunca supe que necesitaba.

Crear tu propio clima

Gezellig es la capacidad de crear intimidad con tu entorno inmediato cuando el mundo exterior se vuelve poco acogedor. No es calidez pasiva—es calidez militante. Activa. Elegida.

En español tenemos ambiente—la vibra, el mood de un lugar. Pero ambiente te pasa a ti. Entras a un sitio y o tiene buenas vibras o no.

Gezellig es algo que haces. De lo que te responsabilizas. Que creas a pesar de las circunstancias.

Y tal vez esto es lo que estoy aprendiendo después de 13 otoños de terapia cultural: que hogar no es solo el lugar de donde vienes. También es el clima emocional que aprendes a generar donde sea que aterrices.

Dónde encontrar gezellig fuera de casa

Cafés tradicionales (bruine kroeg): Madera oscura, luz tenue, conversaciones fáciles con el bartender. Pide una cerveza local o chocolate caliente y quédate.

Mercados estacionales: El olor de stroopwafels frescos, flores secas, manzanas horneadas. Maneras simples de abrazar la estación sin tener que convencerte de que la amas.

Museos y bibliotecas: No solo por el arte, sino porque están diseñados como espacios de encuentro. Siempre hay un café brillante donde puedes quedarte con una sopa o pastel.

En tu propia casa: Encender velas un martes cualquiera no es lujo—es necesidad. Pequeños gestos que te obligan a desacelerar.

La pregunta que me hago

Mientras escribo esto, mi radiador susurra y tengo tres velas encendidas porque aparentemente me estoy volviendo neerlandesa y ya ni me reconozco.

Me pregunto: ¿Cómo mantienes las partes de ti que necesitan sol y merengue sin rechazar las partes que están aprendiendo a amar la luz de velas y pastel de manzana?

¿Por qué aprender a ser feliz en un lugar nuevo a veces se siente como traicionar el lugar que te hizo quien eres?

Con cariño desde mi sala cada vez más acogedora,

Kiria

P.S. Si también estás aprendiendo a amar lugares que no coinciden con tu configuración original, cuéntame. ¿Qué palabras estás descubriendo que tu idioma natal no tiene? ¿Qué pequeñas magias estás encontrando en lugares imposibles?

Me apunto al viaje!
Kiria Martinez

Estratega digital

Creadora de contenido & educadora

Explorando los Países Bajos

http://www.kiriamartinez.com
Next
Next

Postal #3